Desarrollo emocional del niño y autocontrol de ideas

Sentirnos felices es una de las emociones más polémicas en nuestro mundo actual. La felicidad para cada persona tiene sus propias particularidades. Lo que es placentero y maravilloso para unos, no lo

será para otros, cada persona tiene su propia idea de la felicidad en correspondencia con sus intereses, preferencias y estilo de vida que los hace sentirse a gusto. Para algunos vivir en una choza cerca de un río en plena naturaleza es su paradigma de felicidad, para otros sería motivo de desdicha y para otros tantos un reto para transformar la choza en un castillo.

La importancia de las emociones adultas para los niños

El vaivén emocional de los adultos sea saludable, aceptable o no, es presenciado por los pequeños que ocupan un espacio en el hogar y en las emociones de quienes están allí para cuidarlos y amarlos. Los pequeños asimilan y son moldeados por ese entorno particular que les ha tocado vivir.

Nuestras emociones influyen de tal modo que le damos forma a sus gustos, ideas y preferencias. Es difícil pensar en esos detalles, absorbidos en los problemas de la cotidianidad, no tenemos tiempo para pensar qué ven esos pequeños en nosotros y de qué modo estamos influyendo en ellos.

Cuántos temores, odios y ansiedades tenemos y expresamos, cuántas de estas conductas aprenderán ellos de nosotros. El estrés, la falta de tiempo para reflexionar, hace que olvidemos que estamos modelando sus ideas, emociones y conductas.

Meditar sobre nuestra actitud emocional

¿Qué es lo que realmente necesitamos en nuestras vidas? ¿Nos asedian los problemas económicos? De ningún modo se resolverán deprimidos y agresivos. Pero, si no hay problemas de salud y económicos. ¿Qué necesitamos para ser felices? ¿Qué ya tenemos? y ¿Qué realmente nos falta? Ese niño que está a nuestro cuidado ¿Qué necesita de nosotros? ¿Qué le hemos dado aparte de su alimentación, vestido, calzado, comodidades? ¿Sabemos expresarle nuestro cariño? ¿Cuenta con nuestra atención, tiempo y comunicación? ¿Puede hablarnos y estamos ahí para escucharle atentos y responderle con calma y respeto?

Las ideas en nuestra mente gobiernan nuestras acciones

Somos lo que pensamos. Las ideas influyen en nuestras emociones, nuestro proceder y nuestras interacciones con los demás. Y como es de esperarse, no tenemos tiempo para analizarnos, escarbar en todas esas cosas que guardamos si son necesarias o debemos desecharlas en la papelera del olvido. Pues son esas cosas allí guardadas las que influyen en nuestras decisiones, en cómo nos sentimos, en lo que hacemos y dejamos de hacer. Allí están a la espera de ser revisadas esas ideas que se formaron de la vivencia, de los aciertos y fallas nuestros y de nuestros padres y de todos los que influyeron en nuestra vida desde la infancia.

En el rol de padres ya no estamos solos, un niño o varios niños están en nuestras vidas ¿Qué tan importante son ellos para nosotros? ¿Nos hace felices compartir el día a día con ellos? O tal vez no tanto, ¿Qué nos falta a nosotros? ¿Qué no tenemos que no nos permite ser mejores mamá y papá? ¿Qué no nos ha dado la vida, que ahora no podemos darle a otros? Pues mírate a ti mismo en ese niño, ¿Qué necesitaste tú en tu infancia? ¿Qué necesita ahora él?

Si cambian las ideas, cambian las emociones y cambiará el comportamiento

Cuántos suicidios, asesinatos y malos hábitos se hubiesen evitado si se aprendiera a controlar los pensamientos e inclinaciones de la mente humana. Si bien es cierto que se nace psicópata por una alteración estructural del cerebro, también es cierto que muchos siendo psicópatas son personas adaptadas, tal vez no muy agradables, pero a nadie hacen daño porque su infancia estuvo llena de atenciones y afecto, después de todo el ambiente del hogar modificó sus pensamientos y por consiguiente su proceder en la vida.

Pero otros no siendo psicópatas de nacimiento, son sociópatas de formación, las vivencias e interacciones disfuncionales en su hogar los hizo inhumanos. El abandono, la falta de afecto influyeron en su modo de interpretar la vida y su entorno, esto los llevó a la ausencia de empatía y consideración por los demás, sin ni siquiera pensar qué podían hacer ellos para curar sus heridas y construirse un mundo distinto. No saber qué tan importante es controlar nuestra ideas y emociones, es exponerse a sufrir las dolorosas consecuencias de decisiones erradas.

¿Qué necesitamos para tener una actitud emocional sana?

Necesitamos habilidades de análisis para manejarnos y conocernos, conocer nuestras ideas y reflexionar qué tan acertados o equivocados estamos y a cuáles consecuencias nos llevarían. Nuestra salud física, mental y social está estrechamente relacionada con las ideas y emociones que predominan en nuestra cotidianidad, estas condicionan nuestra actitud y bienestar psicológico. Podemos pasar de una pobre inteligencia emocional a superdotados emocionales, monitoreando y autocontrolando nuestras actitudes y pensamientos, conociendo e instruyéndonos en la emocionalidad y sus manifestaciones sanas.

¿Qué necesitan los niños de nosotros, para crecer emocionalmente saludables?

  1. Primeramente, que tengamos un mínimo de salud mental, que seamos autocontrolados y estemos convencidos en el compromiso de cuidar al niño, conscientes que el contacto armonioso y constante con el niño antes y después del nacimiento redundará en su bienestar. 
  2. Nos esforcemos por crear un ambiente familiar cálido y seguro en el que se le ofrezca instrucción, atención y tiempo para compartir juegos y vivencias.
  3. Establecer sólidos lazos de afecto y amor con el niño, que él se sienta seguro de nuestro amor incondicional.
  4. Promover la interacción del niño con otros a través del juego, el lenguaje y la comunicación.
  5. Permitir que el niño haga las cosas por sí mismo para alcanzar un grado adecuado de autonomía o independencia. 
  6. Expresar al niño nuestro aprecio y valoración. El niño necesita sentirse valorado para tener una buena autoestima y confianza en sí mismo. 
  7. Expresar y mostrar con hechos nuestro afecto hacia el niño, esto lo hará sentirse seguro y estable. 
  8. Permitir que el niño exprese sus emociones y sentimientos sin temor a ser reprimido o castigado. Y de ser sus expresiones contrarios a los buenos modales y costumbres, de una manera sabia y amable orientarlo hacia lo que será mas provechoso y conveniente para él y para todos. 
  9. Tener presente que cada niño es distinto, cada uno tiene su propio temperamento, ritmo y no todos aprenden con los mismos métodos y rapidez. 
  10. Esforzarse por formar una familia nutriente, cariñosa, con valores, que brinde apoyo al niño. Esto creará un ambiente propicio para formar niños sanos y felices. 
  11. Evitar golpear, maltratar, asustar, descalificar, engañar o mentir a los niños. Decirle con claridad las normas del hogar, qué se espera de él en cuanto a tareas, higiene, orden, etc. Lo que es correcto y no lo es en variados aspectos. Y darle tiempo para que asuma sus deberes, que no deben ser muchos ni extenuantes.
  12. Evitar un ambiente irritable, violento, inestable. Episodios de este tipo constante y frecuentes, son perjudiciales para el desarrollo emocional del niño.

Y finalmente es muy probable que hayamos cometido errores de este tipo con nuestros hijos, pero ¿Quién no se ha equivocado? siendo que está en nuestra naturaleza errar. Lo importante es que nos hemos enterado de nuestras fallas y nos hemos propuesto día a día crear una versión emocional mejorada de nosotros mismos y con ello estar preparados para orientar a la nueva generación.

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